#4 Motivo para (sobre) vivir. El precipicio antes de sucumbir.
Yo digo salta, salta conmigo.
¡Hola, amigue!
Ayer una persona aleatoria, de cuyo nombre no quiero acordarme; un hombre sentado al piano, de no importa que viejo café -cantaría Ana Belén- me dijo algo que me dolió, y mucho. «A nadie le importa que estés enfadado con el mundo», fueron sus palabras. Sentí dolor porque frases similares eran con las que mi madre sentenciaba los momentos en los que, de pequeño, yo trataba expresaba algún malestar emocional; y creo que de ahí arraigó parte de mi percepción de no merecer ser escuchado. Pero esta pelota se la pasamos a mi terapeuta, y en su tejado queda. Hoy, aquí, me quiero centrar en la otra parte, el «enfado con el mundo».
Creo que hay una diferencia bastante clara entre estar enfadado con el mundo, y el no querer aceptar que este es el mundo en el que nos toca vivir. Yo no estoy enfadado con el mundo, ni mucho menos, pero no lo comprendo. No alcanzo a entender esta simulación que se ha construido, pero tampoco quiero hacerlo. Para mí, tratar de entender todo este sistema, este mundo, no es más que claudicar ante él, rendirse. Y aunque nos hayan dicho que nuestra naturaleza es adaptativa, nada más lejos de la realidad. Ni hay que entender, ni hay que adaptarse. Hay que observar, con una mirilla muy precisa, y apuntar hacia aquello (ya sean normas, valores, situaciones o personas) que no nos permite respetarnos como personas.
Así que esta mañana me he levantado rabiosa como Shakira, y antes de sentarme al ordenador, no he podido más que dedicarme a bailar esa rabia. No al ritmo de Shakira, porque mi baile regional es el chotis y tengo mis limitaciones. Pero en mi danza espasmódica, ha aparecido LA REVELACIÓN: Geena Davis en la escena final de Thelma & Louise. Justo en el instante de la imagen que abre el texto, para mí uno de los rostros que mejor reflejan el deseo de vivir. Unos ojos y una sonrisa que gritan libertad de una forma poderosísima.
Y tres frases, cortas, pero capaces de remover la tierra: Let's not get caught. Let's keep goin'! Go! (Es imprescindible leer estas palabras escuchando los primeros acordes de Thunderbird, del genio Hans Zimmer).
Mi fascinación por Geena Davis viene de lejos, aunque no nació con Thelma & Louise. Por generación, mi primer encuentro con ella fue a través de Stuart Little, pero la chispa del amor prendió con la serie Señora, presidenta. Una de mis grandes aficiones de adolescente era ir, con mi mejor amiga de entonces, a la sección de DVDs de oferta de FNAC, y ahí la encontré. Me encantaba comprar packs de temporadas de series. Y gracias a ello, descubrí, entre otras muchas cosas: (1) que soy hipocondríaco, por la temporada 1 de House; y (2) el poder que desprende Geena Davis.
Y si no la queremos ya lo suficiente, sólo apuntar que en el año 2004 fundó el Geena Davis Institute on Gender in Media, una organización sin fines de lucro cuyo ámbito es el estudio de la representación del género, la raza, la sexualidad, las capacidades, las edades y el cuerpo en los medios. ¡Y guapa, y guapa! ¡Y reina, y reina!
Pero volviendo al Grand Canyon, con Thelma y Louise a punto de despeñarse; es súper interesante y conmovedor desgranar esta escena. Dos mujeres cuyo único “delito” es querer trascender su papel y, en el camino, haber tenido que responder con sangre a la violencia sistémica a la que están sometidas, y que se encarna en el exagerado despliegue militar que les da caza. Porque ese sistema que se representa no tiene más armas que el acorralamiento, la intimidación y el abuso. Aquí es muy significativa la frase con la que, desde la policía, se advierte a estas dos personas objetivamente indefensas: Pongan las manos a la vista. Cualquier duda en obedecer esta orden, será considerada un acto de agresión contra nosotros. Porque, para ellos, cuestionar es una amenaza, y la desobediencia un ataque.
Y en medio de todo esta performance, está el agente que trata de parar toda esa barbarie, sabiendo que no es una respuesta coherente ni justa. Es un pequeño hilo de esperanza, pero que es incapaz de plantar cara. Porque los mismos que nos encadenan, no dejan de estar atados a «algo» que está por encima, llámese sistema de creencias o como se quiera Y, paradójicamente, si nosotres nos desencadenamos, también les estaremos ofreciendo a ellos la llave para soltarse de sus grilletes.
Hablando de Thelma & Louise, la semana pasada fui a ver Love, Lies, Bleeding; en parte movido por los mensajes que vendían las similitudes entre ambas películas. Y, aunque son radicalmente distintas en lo formal, ambas comparten ese regusto a liberación. Es especialmente relevante que en Love, Lies, Bleeding sus protagonistas no piden ni perdón ni permiso por y para vivir su amor y su sexualidad. Y en pocas películas lo he visto, así que es un gran motivo de celebración. Su conflicto no es ser lesbianas, sino hacer frente a los hombres que las han violentado en algún momento de sus vidas. Una trama potente, aderezada con un pizca de surrealismo y fantasía. ¿Y no es la fantasía la lente perfecta para mirar hacia nuevas realidades?
No quiero terminar la publicación de esta semana sin mencionar a quien apretó el acelerador, la gran Susan Sarandon. Porque Thelma no puede existir sin Louise, y Louise no puede exisitir sin Thelma. Se necesitan. Nos necesitamos. Como nosotres no podemos existir sin comunidad y sin diálogo. Porque no podemos existir sin una mirada de vida, y una sonrisa de libertad.
Porque no podemos existir sin un beso en la boca antes de saltar.
¡Feliz semana!
¡Cuanto nos queda por ver, y soñar y sentir! 🦀
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En la utopía de mi mente, Thelma y Louise aterrizan suavemente. Se largaron al vuelo, y fue la única manera de realmente liberarse. Te agradezco, necesitaba ver esa escena esta noche. :)
Me encantas todas tus referencias 🩷